ELOÍSA HERRERA GONZÁLEZ DE MOLINA

ELOÍSA HERRERA GONZÁLEZ DE MOLINA

Proyecto ERC: «WIRINGVISION»

Una característica fundamental de los circuitos neuronales en desarrollo es su capacidad de cambiar en respuesta a la experiencia sensorial. Este fenómeno se ha observado particularmente durante la generación de mapas corticales, donde al alterar el patrón de la experiencia sensorial se modifica la organización espacial de las representaciones sensoriales. Los mecanismos que subyacen a esta forma de plasticidad incluyen la modificación sináptica, como la potenciación a largo plazo y la depresión a largo plazo, denominados clásicamente reglas basadas en Hebbian. Hoy en día, hay cada vez más evidencia de que antes de la experiencia sensorial, la actividad eléctrica neuronal juega un papel en el desarrollo temprano del cerebro. En varios circuitos en desarrollo, como la retina, la médula espinal, el hipocampo y la corteza, hay eventos transitorios que hacen que estos circuitos generen espontáneamente ondas de actividad correlacionada.

(….) La primera parte de esta propuesta trata sobre los primeros eventos en desarrollo en los que los factores independientes sensoriales describen un primer borrador de conexiones neuronales. En la segunda parte se determinará hasta qué punto el cableado de los mapas corticales depende de la formación de propiedades talámicas tempranas y cómo este cableado puede ser modificado por la experiencia para soportar de manera óptima el procesamiento de la información.

Bio

Nací en Granada y pasé los primeros trece años de mi vida en un hospital psiquiátrico porque mi padre era médico allí y nuestra casa estaba localizada dentro del recinto del hospital. No sé muy bien si vivir en un psiquiátrico subconscientemente, despertó mi interés por las Neurociencias pero a mi me gusta pensar que sí. Lo que tengo claro es que fue mi padre el que promovió mi fascinación por las ciencias de la vida. Recuerdo que nos hacía concursos a mis siete hermanos y a mi en los que nos preguntaba por los distintos tipos de células y nos hacía dibujarlas y contarle para qué servía cada cosa que había en el interior de ellas. Me fascinaba cuando me decía que toda la información que se necesita para generar un ser vivo tan complejo como un humano está en algo tan pequeño como el genoma ¡algo que ni siquiera podemos ver! Desde entonces mi interés por la biología fue a más y cuando acabé la carrera me fui a Madrid, a hacer un máster en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.

En el máster conocí al que es mi actual pareja, que estaba realizando su tesis doctoral en ese centro y con el que desde entonces comparto todo lo que me ocurre en la vida. Mientras que hacía el máster me comentaron que una investigadora muy prometedora, una tal María Blasco (a la que ahora conoce toda España), acababa de aterrizar en el Centro Nacional de Biotecnología para formar un grupo de investigación centrado en estudiar la función de los telómeros y la telomerasa en cáncer y envejecimiento. Me fui a hablar con ella y aún no me puedo creer la suerte que tuve de que me seleccionara para hacer la tesis doctoral en su laboratorio.

Durante esta etapa aprendí en qué consiste el método científico y los pilares fundamentales de la carrera investigadora: rigurosidad, determinación y esfuerzo, mucho esfuerzo…. El haber hecho la tesis en un laboratorio fuera de serie como el de María me abrió muchas puertas a la hora de elegir un lugar donde realizar una estancia postdoctoral para desarrollar la siguiente etapa de mi carrera.

Sin embargo, en lugar de continuar en el campo del envejecimiento y el cáncer, yo sentía el gusanillo de dedicarme a las Neurociencias, por lo que me fui a la Universidad de Columbia en Nueva York a iniciar una carrera centrada en la Neurobiología del Desarrollo. Esta etapa fue probablemente la más estimulante de mi vida a nivel intelectual porque estar en contacto con los mejores científicos del mundo genera un ambiente increíble que se contagia y extrae lo mejor de ti.

A mi vuelta a España me incorporé al Instituto de Neurociencias en Alicante, que iniciaba su andadura y estaba dando oportunidades a investigadores jóvenes para establecer sus propios grupos de investigación. El Instituto ha sido un lugar fantástico para desarrollar la línea de investigación que llevamos a cabo desde hace ya casi catorce años. Para un Neurocientífico trabajar aquí es ideal por las interacciones con otros biólogos moleculares, celulares, evolucionistas, genetistas, etc pero también con matemáticos, informáticos, físicos, psicólogos o médicos que abordan el estudio del cerebro desde diferentes perspectivas.

Después de todos estos años como investigadora, sé que no me equivoqué de profesión, me encanta mi trabajo y además, he tenido la gran ventaja de contar con el consejo, apoyo y ayuda de mi pareja y familia durante toda mi carrera, algo fundamental para dedicarse a esto.

Bio

Nací en Granada y pasé los primeros trece años de mi vida en un hospital psiquiátrico porque mi padre era médico allí y nuestra casa estaba localizada dentro del recinto del hospital. No sé muy bien si vivir en un psiquiátrico subconscientemente, despertó mi interés por las Neurociencias pero a mi me gusta pensar que sí. Lo que tengo claro es que fue mi padre el que promovió mi fascinación por las ciencias de la vida. Recuerdo que nos hacía concursos a mis siete hermanos y a mi en los que nos preguntaba por los distintos tipos de células y nos hacía dibujarlas y contarle para qué servía cada cosa que había en el interior de ellas. Me fascinaba cuando me decía que toda la información que se necesita para generar un ser vivo tan complejo como un humano está en algo tan pequeño como el genoma ¡algo que ni siquiera podemos ver! Desde entonces mi interés por la biología fue a más y cuando acabé la carrera me fui a Madrid, a hacer un máster en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.

En el máster conocí al que es mi actual pareja, que estaba realizando su tesis doctoral en ese centro y con el que desde entonces comparto todo lo que me ocurre en la vida. Mientras que hacía el máster me comentaron que una investigadora muy prometedora, una tal María Blasco (a la que ahora conoce toda España), acababa de aterrizar en el Centro Nacional de Biotecnología para formar un grupo de investigación centrado en estudiar la función de los telómeros y la telomerasa en cáncer y envejecimiento. Me fui a hablar con ella y aún no me puedo creer la suerte que tuve de que me seleccionara para hacer la tesis doctoral en su laboratorio.

Durante esta etapa aprendí en qué consiste el método científico y los pilares fundamentales de la carrera investigadora: rigurosidad, determinación y esfuerzo, mucho esfuerzo…. El haber hecho la tesis en un laboratorio fuera de serie como el de María me abrió muchas puertas a la hora de elegir un lugar donde realizar una estancia postdoctoral para desarrollar la siguiente etapa de mi carrera.

Sin embargo, en lugar de continuar en el campo del envejecimiento y el cáncer, yo sentía el gusanillo de dedicarme a las Neurociencias, por lo que me fui a la Universidad de Columbia en Nueva York a iniciar una carrera centrada en la Neurobiología del Desarrollo. Esta etapa fue probablemente la más estimulante de mi vida a nivel intelectual porque estar en contacto con los mejores científicos del mundo genera un ambiente increíble que se contagia y extrae lo mejor de ti.

A mi vuelta a España me incorporé al Instituto de Neurociencias en Alicante, que iniciaba su andadura y estaba dando oportunidades a investigadores jóvenes para establecer sus propios grupos de investigación. El Instituto ha sido un lugar fantástico para desarrollar la línea de investigación que llevamos a cabo desde hace ya casi catorce años. Para un Neurocientífico trabajar aquí es ideal por las interacciones con otros biólogos moleculares, celulares, evolucionistas, genetistas, etc pero también con matemáticos, informáticos, físicos, psicólogos o médicos que abordan el estudio del cerebro desde diferentes perspectivas.

Después de todos estos años como investigadora, sé que no me equivoqué de profesión, me encanta mi trabajo y además, he tenido la gran ventaja de contar con el consejo, apoyo y ayuda de mi pareja y familia durante toda mi carrera, algo fundamental para dedicarse a esto.

Proyecto ERC: «WIRINGVISION»

Una característica fundamental de los circuitos neuronales en desarrollo es su capacidad de cambiar en respuesta a la experiencia sensorial. Este fenómeno se ha observado particularmente durante la generación de mapas corticales, donde al alterar el patrón de la experiencia sensorial se modifica la organización espacial de las representaciones sensoriales. Los mecanismos que subyacen a esta forma de plasticidad incluyen la modificación sináptica, como la potenciación a largo plazo y la depresión a largo plazo, denominados clásicamente reglas basadas en Hebbian. Hoy en día, hay cada vez más evidencia de que antes de la experiencia sensorial, la actividad eléctrica neuronal juega un papel en el desarrollo temprano del cerebro. En varios circuitos en desarrollo, como la retina, la médula espinal, el hipocampo y la corteza, hay eventos transitorios que hacen que estos circuitos generen espontáneamente ondas de actividad correlacionada.

(….) La primera parte de esta propuesta trata sobre los primeros eventos en desarrollo en los que los factores independientes sensoriales describen un primer borrador de conexiones neuronales. En la segunda parte se determinará hasta qué punto el cableado de los mapas corticales depende de la formación de propiedades talámicas tempranas y cómo este cableado puede ser modificado por la experiencia para soportar de manera óptima el procesamiento de la información.