MARISOL MARTÍN GONZÁLEZ

MARISOL MARTÍN GONZÁLEZ

Proyecto ERC: «Nano-tec”:

Proporcionar un suministro sostenible de energía a la población mundial se convertirá en un problema social importante para el siglo XXI. Se espera que los materiales termoeléctricos, cuya combinación de propiedades térmicas, eléctricas y semiconductoras les permita convertir el calor residual en electricidad, desempeñen un papel cada vez más importante para enfrentar el desafío energético del futuro. La propuesta tiene como objetivo generar un proyecto de vanguardia en el campo termoeléctrico y, si es exitoso, una manera más eficiente de aprovechar energía.

Bio

Nací en Madrid a principios de los 70, en pleno “baby boom”. De pequeña quería ser médico o bailarina (curiosa combinación). Y mis padres me enseñaron que trabajando duro podría ser lo que quisiera y pusieron a mi alcance todas las herramientas que pudieron.

Durante la adolescencia no tuve realmente claro que quería ser porque me gustaban todas las ciencias. Hasta que en tercero de BUP me topé con una magnifica profesora de química. Ella estaba haciendo la tesis en la universidad Autónoma de Madrid en los ratos libres que su trabajo en el instituto la dejaban y nos enseñó la magia de la química. Recuerdo un experimento en el que ponía un trozo de sodio (que parecía como un trozo de plástico) en un recipiente con agua y como un trozo de papel mojado salía ardiendo instantáneamente porque la reacción del sodio con el agua es muy exotérmica (desprende mucho calor). Así que cuando tuve que rellenar el papel para pedir plaza en la universidad, decidí que quería estudiar químicas en la universidad Autónoma de Madrid. Y, ser la primera persona de mi familia en ir a la universidad. Allí conocí al que hoy es mi marido que siempre consigue que vea el bosque y no solo los árboles que hay en él. Y me enseña cada día a disfrutar de los pequeños momentos.

Al terminar la carrera, donde me especialicé en Química Física, conocí al Miguel Ángel Alario que me propuso hacer la tesis en la Universidad Complutense en materiales superconductores. El me enseñó que lo difícil se consigue y lo imposible se intenta. Y que no hay límites en ciencia si tú no te los pones.

Al acabar la tesis me fui a la Universidad de California en Berkeley (cerca de San Francisco, USA) donde pasé casi tres años trabajando en nanoestructuración de materiales para la mejora de la eficiencia energética. Recuerdo a Angelica Stacy diciéndome que disfrutase mucho de ese periodo porque es uno de los mejores periodos de la vida de un científico. Y, tenía razón. Tienes toda la libertad de investigar en lo que crees importante, pero ninguno de los problemas de conseguir financiación para hacerlo.

Disfruté muchísimo de la manera como se trabaja en Estados Unidos e hice grandísimos amigos tanto dentro del mundo científico (con los que todavía colaboro) como fuera de él (mi familia americana).

Al volver a España conocí a Fernando Briones que me propuso trabajar en un proyecto europeo que poco tenía que ver con mi experiencia anterior. Pero que me enseñó a ser más interdisciplinar y a entender el diferente lenguaje que los químicos y los físicos utilizan cuando hablan de los mismos temas.

En la actualidad sigo trabajando en el instituto de Micro y Nanotecnología del CSIC fusionando todo lo que he aprendido durante las distintas etapas para hacer materiales más eficientes e intentando entender tanto la química como la física de los mismos.

Bio

Nací en Madrid a principios de los 70, en pleno “baby boom”. De pequeña quería ser médico o bailarina (curiosa combinación). Y mis padres me enseñaron que trabajando duro podría ser lo que quisiera y pusieron a mi alcance todas las herramientas que pudieron.

Durante la adolescencia no tuve realmente claro que quería ser porque me gustaban todas las ciencias. Hasta que en tercero de BUP me topé con una magnifica profesora de química. Ella estaba haciendo la tesis en la universidad Autónoma de Madrid en los ratos libres que su trabajo en el instituto la dejaban y nos enseñó la magia de la química. Recuerdo un experimento en el que ponía un trozo de sodio (que parecía como un trozo de plástico) en un recipiente con agua y como un trozo de papel mojado salía ardiendo instantáneamente porque la reacción del sodio con el agua es muy exotérmica (desprende mucho calor). Así que cuando tuve que rellenar el papel para pedir plaza en la universidad, decidí que quería estudiar químicas en la universidad Autónoma de Madrid. Y, ser la primera persona de mi familia en ir a la universidad. Allí conocí al que hoy es mi marido que siempre consigue que vea el bosque y no solo los árboles que hay en él. Y me enseña cada día a disfrutar de los pequeños momentos.

Al terminar la carrera, donde me especialicé en Química Física, conocí al Miguel Ángel Alario que me propuso hacer la tesis en la Universidad Complutense en materiales superconductores. El me enseñó que lo difícil se consigue y lo imposible se intenta. Y que no hay límites en ciencia si tú no te los pones.

Al acabar la tesis me fui a la Universidad de California en Berkeley (cerca de San Francisco, USA) donde pasé casi tres años trabajando en nanoestructuración de materiales para la mejora de la eficiencia energética. Recuerdo a Angelica Stacy diciéndome que disfrutase mucho de ese periodo porque es uno de los mejores periodos de la vida de un científico. Y, tenía razón. Tienes toda la libertad de investigar en lo que crees importante, pero ninguno de los problemas de conseguir financiación para hacerlo.

Disfruté muchísimo de la manera como se trabaja en Estados Unidos e hice grandísimos amigos tanto dentro del mundo científico (con los que todavía colaboro) como fuera de él (mi familia americana).

Al volver a España conocí a Fernando Briones que me propuso trabajar en un proyecto europeo que poco tenía que ver con mi experiencia anterior. Pero que me enseñó a ser más interdisciplinar y a entender el diferente lenguaje que los químicos y los físicos utilizan cuando hablan de los mismos temas.

En la actualidad sigo trabajando en el instituto de Micro y Nanotecnología del CSIC fusionando todo lo que he aprendido durante las distintas etapas para hacer materiales más eficientes e intentando entender tanto la química como la física de los mismos.

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Proporcionar un suministro sostenible de energía a la población mundial se convertirá en un problema social importante para el siglo XXI. Se espera que los materiales termoeléctricos, cuya combinación de propiedades térmicas, eléctricas y semiconductoras les permita convertir el calor residual en electricidad, desempeñen un papel cada vez más importante para enfrentar el desafío energético del futuro. La propuesta tiene como objetivo generar un proyecto de vanguardia en el campo termoeléctrico y, si es exitoso, una manera más eficiente de aprovechar energía.